martes, 22 de febrero de 2011

La Publicidad nos afecta a todos


En los últimos tiempos, la publicidad se ha hecho cada vez más presente en nuestras vidas. Especialmente en las de los norteamericanos. Desde que en 1867, James Walter Thompson fundara la primera agencia de publicidad, una de las mayores agencias del mundo, con sede en Nueva York, la cosa ha evolucionado mucho. Los impactos publicitarios que puede recibir una persona a lo largo del día han pasado de apenas una docena, pocas generaciones atrás, a hasta 3.000 mensajes por día, repartidos en diferentes medios: radio, prensa, televisión, publicidad outdoor, etc.
Tal bombardeo ha provocado un cambio significativo en la percepción de los consumidores. Éstos ya no ven la publicidad con los mismos ojos cándidos, sino más bien como una agresión a su salud mental, un intento de manipulación de su comportamiento, e incluso la principal causa del estrés en sus vidas. Por tanto, son más reacios a creer lo que les cuentan los anunciantes, que cada vez tienen que ingeniárselas más para hacer efectivas sus campañas.
Ante esa dificultad de persuasión, los creativos publicitarios han coincidido en los últimos tiempos en una idea común, la de dirigirse a los sentimientos más profundos de la gente. Saben que ese es su punto más vulnerable y donde más réditos pueden obtener. Por ello los anuncios se centran más que nunca en las emociones.
Por otro lado, la industria de la publicidad está trabajando muy duro para cambiar la visión negativa del público sobre su actividad. Es evidente que es necesario un acercamiento entre ambos para volver a recuperar la confianza. Quizás dentro de otras tantas décadas se produzca de nuevo un vuelco a favor de la publicidad. Para ello, habrá que emplearse a conciencia.

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